El largo periodo de contingencia en el que nos encontramos desde hace casi dos años ha generado cambios obligados y profundos de las prácticas sociales. Tal vez parezca un comentario obtuso, pero es que pese a la distancia, el que la vida como la conocíamos no regrese, no deja de generar incertidumbre, ansiedad, estrés, frustración y otras emociones con repercusiones físicas y psicológicas.

Si afán de ser simplistas y sin la intención de menoscabar los sentimientos de nadie, vale la pena darnos cuenta que existen muchas cosas que podemos rescatar de esta situación. Han sido tiempos de aprendizaje, transformación, adaptación, de resignificar la vida, de mirar a nuestro interior y de valorar lo que tenemos.

Nos ha quedado claro que ante la fragilidad y lo efímero de la vida debemos ponderar el momento, preocuparnos por vivir un día a la vez; sí planear pero sin angustiarnos por lo que podrá pasar mañana. No se malentienda. Hacer planes ayuda a estructurarnos, nos brinda anhelos, nos impulsa y propicia una mentalidad positiva, pero llevado al extremo, puede generar causar estragos cuando no se alcanza lo prospectado.

¡Piénsalo! La vida es hoy, ocúpate de pasar un excelente día (sea laboral o no), de ser amable con los demás, de compartir con quienes te rodean, de expresar amor a tus seres queridos… Puedes hacer planes a futuro, pero no olvides mantenerte flexible al cambio. Aquí te damos algunas herramientas sencillas para comenzar a vivir un día a la vez:

  • Desiste de tener el control de todo
  • Aprende a desconectar tu mente para relajarte
  • Toma unos minutos del día para reflexionar
  • Aprovecha el silencio y los momentos de soledad
  • Identifica tus miedos y transfórmalos en algo positivo
  • Plantea y cumple metas día a día
  • Reconecta con lo que amas
  • Trabaja con tus emociones
  • No esperes que todo se acomode para dar el primer paso