La implementación del home office, ya lo hemos comentado en otros espacios, fue una herramienta valiosa para que empresas y negocios de todos tamaños pudieran continuar su operación ante las medidas tomadas por la contingencia sanitaria. Sin embargo, no surgió con la pandemia, es una práctica que ya venían realizando organizaciones en todo el mundo.
La práctica del home office en México hace dos años, antes de la crisis sanitaria, era muy baja en comparación con cifras de otras naciones, como Estados Unidos o algunas europeas. Se calcula que durante el periodo más severo de confinamiento, cerca del 70 por ciento de los mexicanos con trabajo formal lo hizo desde casa.
Diversos estudios coinciden en señalar que a nivel región América Latina, México es el país donde mayor aceptación ha tenido la modalidad de teletrabajo, con altas expectativas de mantenerlo o regresar pronto. Por supuesto que no es algo exclusivo del país. A nivel mundial se han realizado encuestas que muestran un muy alto porcentaje de personas que prefieren trabajar vía remota.
No es algo nuevo. Desde hace un tiempo hemos venido escuchando que la flexibilidad laboral, incluida la posibilidad de realizar home office, es el beneficio más valorado por millenials y centennials, generaciones que en poco tiempo serán mayoría en el mercado laboral. Incluso, aseguran que este beneficio está por encima de mayor salario o compensaciones económicas en cuanto a la preferencia de este sector de la población.
Lo vivido durante esta larga pandemia vino a confirmarle a las personas, sobre todo a los más jóvenes, que la flexibilidad es lo más importante en un trabajo. Por ello priorizan la adaptabilidad del empleo a su vida personal y viceversa, con el fin de encontrar un equilibrio entre ambos ámbitos.
Aunque cabe advertir que no es algo exclusivo de una generación. Los resultados que se han obtenido en diversas encuestas muestran que no hay diferencias considerables entre género y edad que determinen quiénes lo prefieren más; depende de muchos factores y de la situación en que se encuentra cada persona. Pero es evidente que va ganando adeptos.
También es cierto que depende del giro, tipo de actividad, necesidades y cultura de cada empresa para que lo adopten y les funcione. Sin embargo, la tendencia es clara. El home office se irá consolidando cada vez más como una práctica que forme parte del programa de flexibilidad laboral que ofrezcan las organizaciones y les ayudará a atraer y retener talento.
La adopción de la modalidad home office se ha dado gracias a que la tecnología es cada vez más accesible para todas las persona, pero sobre todo porque ha representado beneficios para empleadores, colaboradores e incluso para el planeta. Seguirá avanzando y cada vez más empresas lo adoptarán u ofrecerán como un beneficio atractivo para allegarse talento, así que será un factor de ventaja a nivel negocio.
Realizar home office puede dar valor a las empresas que lo adopten, siempre y cuando ajusten su cultura organizacional, preparen y capaciten adecuadamente a sus colaboradores, y les brinden todas las herramientas necesarias para llevar a cabo su labor. Solo así lograrán los niveles de productividad esperados y el compromiso de los colaboradores, tal y como si estuvieran en la oficina.