La rápida adopción del home office, junto con el creciente uso de las redes sociales, el consumo de contenidos digitales en diversas plataformas y el comercio electrónico son algunas de las prácticas más evidentes en la transformación digital que estamos viviendo.
Expertos en estos temas calculan que durante el largo periodo que ha significado la contingencia sanitaria, hemos experimentado una evolución tecnológica equivalente a un lustro bajo las condiciones que teníamos previo a la pandemia.
Este significativo evento ha sido el gran catalizador de la transformación tecnológica, un hito que permitió a las empresas no solo que su gente se mantuviera conectada, seguir trabajando y garantizar la continuidad del negocio, sino que es la palanca de cambio en los modelos de trabajo y de organización.
Una número considerable de empresas y negocios de todos tamaños se han subido a este tren de la transformación digital que al parecer nada lo detiene, con el fin de optimizar radicalmente su rendimiento y operación, estrechar el contacto con los clientes y mejorar su alcance en el mercado.
Hoy, para muchas personas ya es de lo más habitual y cotidiano en su trabajo del uso de dispositivos móviles, diferentes plataformas digitales, videoconferencias e innumerables herramientas de colaboración, así como de intercambio de información que facilita y vuelve más eficiente su labor.
La situación para las empresas que han emprendido ya ese tránsito es promisorio. Es compleja y competida, pero manejable. Sin embargo, para aquellas que han tardado en actuar, el camino se vislumbra todavía más intrincado. De hecho, la pandemia puso de relieve cuán vulnerables son en realidad, al grado que ese anquilosamiento ha significado para un número considerable su desaparición.
Todo este entorno nos hace preguntar ¿cuál es el impacto a mediano y largo plazo que tendrá la transformación digital en las organizaciones?, ¿qué cambios de los que hemos adoptado rápidamente se mantendrán y cuáles no?, ¿cómo podemos anticiparnos al futuro?, ¿qué tendencia es la que va a prevalecer? Es difícil responder a estas dudas, y quienes se aventuran a hacerlo es muy probable que no acierten en la mayoría de sus proyecciones.
¿Qué queda, entonces? Prepararse. ¿Para qué? Para lo que venga. Y… ¿cómo, si no sabemos qué vendrá? En principio ocuparnos de la correcta implementación de las estrategias que faciliten la transformación digital y aprovecharla. Las organizaciones que estén dispuestas a realizar cambios, a ser flexibles, tendrán mejores condiciones para acelerar su salida de la recesión y enfrentar el futuro.
Sin embargo, cabe aclarar que no basta con adquirir la tecnología e invertir en plataformas digitales, sino hacer verdaderos cambios de fondo en la organización, forma de trabajar, liderazgo y, sobre todo, en su cultura. Esa es una tarea pendiente en muchas empresas para que realmente puedan capitalizar su nueva capacidad tecnológica.