Si algo ha dejado claro la aparición del Covid-19 es la vulnerabilidad del ser humano, pero también de muchas organizaciones, que hoy ven peligrar su existencia.

A pesar de que desde hace años se ha abordado en el ámbito de los negocios el concepto crisis, la actual pandemia está demostrando que muchas organizaciones no saben cómo enfrentar una, y tampoco cómo adaptarse a las complejidades que les presenta el entorno.

Más que calificar esta crisis global como una situación mala o difícil -ante la cual muchas se están resignando a esperar a ver qué sucede una vez que pase la tormenta-, las organizaciones y sus líderes tienen la gran oportunidad, como reza el adagio, de renovarse… o morir.

El actual es un momento de cambio profundo, que de manera abrupta ha cimbrado a toda la estructura de las organizaciones. Implica un replanteamiento absoluto, y no solo como algunos creen, que se circunscribe a un tema de esquemas de trabajo, de “si vamos a dejar que los colaboradores hagan home office”.

Nada más alejado que esa percepción, que denota una visión muy corta. Hoy, las organizaciones deben enfrentarse a replantear temas de liderazgo, compromiso, engagement, flexibilidad, resiliencia, e incluso su propia cultura; sin dejar a un lado, claro está, la atención a sus clientes y la relación con toda su cadena de valor.

Por esa razón, las organizaciones requieren, ahora más que nunca, dejar a un lado la estructura tradicional, sustentada en la verticalidad y la jerarquía.

En estos momentos en que los colaboradores se encuentran en sus casas por obligación, los líderes deben mantener comunicación directa con ellos, sin tantas capas jerárquicas de por medio, porque corren el riesgo de que su mensaje no llegue con la rapidez que requieren o que se diluya en el camino.

La situación demanda de aquellos que no han sabido ser líderes, funciones que no estaban acostumbrados a realizar en su día a día. A la distancia, como están ahora, difícilmente pueden vigilar y controlar a sus subalternos, mantener un régimen controlado o ejecutar el principio de autoridad-obediencia.

Mucho deberán aprender de los líderes de las Empresas Top en nuestro país, que han comprendido que su función, en estos momentos de crisis, es de comunicadores, pero también de facilitadores, apoyadores, coaches y desarrolladores de equipos colaborativos a la distancia.

Hoy, mucho más que en otro momento, es fundamental que exista empatía, compromiso y permanente retroalimentación para salir a flote ante una situación que se vislumbra, por decir lo menos, difícil.