Se estima que en la actualidad las generaciones que conocemos como millennials (generación Y) y centennials (generación Z) representan más de la mitad de la fuerza laboral y de consumo a nivel mundial, y para el año 2025 serán el 75 por ciento.
Ambas son generaciones surgidas en plena era digital; no conciben la vida sin la tecnología y la innovación, son personas multipantallas y están hiperconectadas.
Pero más allá de tratar de establecer un perfil con sus gustos, hábitos e inquietudes, es importante considerar que su creciente presencia en el mercado laboral está impactando a las organizaciones e impulsando cambios significativos.
Lo que ha llamado la atención no es solo el porcentaje que representan en el mercado laboral, sino la influencia que tienen sobre las generaciones mayores. No se trata solo de temas vinculados a tecnología y conectividad, sino de cambios de fondo, estructurales, que trastocan la forma en que se hacen negocios, se consume y se trabaja.
Estas generaciones han sido artífices de verdaderas transformaciones dentro de las organizaciones. Han propiciado cambios que las personas de mayor edad no se habían atrevido siquiera a cuestionar, desde códigos de vestimenta y espacios de trabajo hasta esquemas laborales más flexibles y equitativos.
Los jóvenes que forman parte de estas generaciones enarbolan causas en las que realmente creen y las defienden. Impulsan un trato y lenguaje neutro e inclusivo no solo para generar ámpula, sino que buscan alejarse de las connotaciones patriarcales y el empoderamiento por cuestiones de género con las que crecieron.
Estas generaciones no son el futuro de la sociedad en el mundo, son el presente y están cambiando las reglas del juego. En las empresas también está sucediendo; las oficinas tradicionales están dejando de ser lo que antes eran. Y factores como la aparición de la pandemia han venido a acelerar ese proceso.
La movilidad es algo con lo que han crecido estas nuevas generaciones gracias a los avances en tecnología; saben que pueden llevar a cabo sus tareas sin necesidad de estar en un espacio físico fijo, ni de estar atados a un horario. Además, la contingencia sanitaria les vino a confirmar que la flexibilidad laboral es algo básico para su seguridad y tranquilidad física y emocional.
Tanto los millennials como los centennials valoran su tiempo y ponderan sus intereses personales por sobre los de su trabajo. Buscan el equilibrio entre vida personal y laboral. No dudan en cambiar de empleo si es que no encuentran ese equilibrio, incluso por encima del salario y otro tipo de prestaciones económicas.
Frente a este panorama las empresas no pueden permanecer estáticas e inamovibles, suponiendo que llegarán estas nuevas generaciones a sus filas y todo seguirá igual. No pueden mantenerse ajenas a estos nuevos hábitos y comportamientos; es imperante, si quieren seguir vigentes en el mercado y atraer talento, que se suban al tren del cambio y no frenen su evolución.