Con la rápida (y en la mayoría de los casos atropellada) implementación del teletrabajo por parte de las empresas, para facilitar el confinamiento de sus colaboradores durante la pandemia, se quedaron “en el aire” algunos códigos que poco a poco se han ido estableciendo, aclarando y ajustando.

Uno de los más evidentes, y que se viralizó debido a que circularon diversos videos a través de redes sociales y plataformas digitales, fue el de la vestimenta. Más de una persona fue vista en videollamadas, reuniones virtuales o videoconferencias con ropa (o sin ella también) que no utilizarían en la oficina.

Sin embargo, el arreglo personal no es el único descuido que tienen las personas dentro de la oficina o desde casa. Son varios los que sin darse cuenta pueden afectar su imagen y éxito profesional.

Lo creas o no todos proyectamos una imagen, una personalidad, una idea de nosotros a los demás, de forma consciente o inconsciente, a través de nuestra presencia física, de nuestras expresiones y acciones verbales y no verbales. Así que aquí te compartimos algunos hábitos que afectan tu imagen profesional:

• Hablar mal de los demás.

Evita juzgar a las personas y sus actos, céntrate en mejorar tu relación de trabajo con ellas y los resultados de su labor como parte de un gran equipo.

• Impuntualidad

No importa si es de manera virtual o presencial, es un gesto de descortesía que demuestra irresponsabilidad y que no respetas el tiempo de los demás.

• Comer en horas laborales

Establece momentos para darte un descanso y si quieres aprovéchalos para comer; no lo hagas en tu lugar, y si estás en casa tampoco lo hagas durante las reuniones virtuales.

• Ser negativo

Nadie quiere tener cerca a una persona que se la pasa criticando o devaluando el trabajo, las ideas y el esfuerzo de los demás; busca ser propositivoy aportar.

• Decir mentiras

La confianza es un valor altamente apreciado en las relaciones de trabajo y que debe construirse; conducirse con la verdad edifica, la deshonestidad socava.

• Negar nuestros errores

Todos nos equivocamos, y aunque a muchos no les guste, es algo normal. Quienes reconocen sus errores son más valorados que aquellos que buscan culpar a otros.