Todos, en algún momento de nuestra vida laboral, hemos experimentado periodos de desmotivación. Las causas son variadas, sin embargo, este estado se ha acentuado en muchas personas debido a la contingencia sanitaria y los cambios que ha implicado.
Es normal que en este lapso nos hayamos sentido tristes, apáticos o poco animados por las condiciones e incertidumbre que trajo consigo la pandemia. Sin embargo, el confinamiento no es la única causante de la pérdida del entusiasmo, disposición, energía y entrega que nos impulsan a alcanzar metas.
Durante este tiempo algunos jefes han contribuido con acciones, frases y omisiones a que sus colaboradores se sientan relegados, agredidos o desmotivados, lo cual disminuye su compromiso con el equipo y poco deseo de permanecer en la empresa.
En ocasiones sin darse cuenta, pero muchas otras tantas veces de manera consciente, estos jefes repiten patrones de comportamiento impositivo, pensando que así las personas que “tienen a su cargo” elevarán su compromiso.
La realidad laboral ha cambiado y los resultados a estas conductas tienen un especial impacto negativo en la moral de los colaboradores; pueden hacer que realicen alguna tarea, pero no que aprecien trabajar bajo esta condición. Algunas de esas conductas negativas más comunes son:
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