Ahora que hablamos de replantear objetivos, estrategias y muchos aspectos de la cultura en general de las organizaciones, vale la pena detenerse a revisar también la misión y visión de nuestras empresas. ¿Siguen siendo las mismas a las que teníamos antes de que iniciara la pandemia?
La misión y visión son fundamentales en toda cultura organizacional. Son dos conceptos que ayudan a darle identidad propia a la empresa; definen con claridad qué es y hacia dónde quiere dirigirse, cuál es su filosofía e, incluso, permiten perfilar cómo opera y está estructurada.
Pese a su trascendencia muchas veces no le ponen el debido cuidado y atención, pues se les considera irrelevantes y en ocasiones se confunden ambos términos. Nada más alejado de eso. Son la base sobre la que se fundamentan las acciones, metas, estrategias y los planes a futuro de la empresa y de quienes la conforman.
Las empresas deben nacer con una misión y visión; ese es un hecho que no varía. Sin embargo, habitualmente consideramos que no se deben alterar, o que los cambios tienen que ser leves y esporádicos, pues de lo contrario podría verse afectada su esencia y valores.
Desde hace algunos años las empresas están en continuo proceso de adaptación por todos los cambios tecnológicos, sociales y económicos que suceden a un ritmo vertiginoso. Esto se potencio aún más con la llegada de la pandemia y cómo ha trastocado nuestras vidas y la de los negocios.
Elegir si se lleva a cabo o no una transformación profunda no es una opción para empresas de diversos giros en el entorno actual. Algunas han debido modificar desde su acercamiento y relación con los clientes, hasta generar un cambio total en la naturaleza de los productos o servicios que ofrecen.
Así que antes de pensar en iniciar cualquier ajuste detengámonos en revisar nuestra misión y visión. Específicamente, para saber si nuestra misión requiere ser modificada será crucial hacernos las siguientes preguntas:
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